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La imagen y la música siempre han ido en mi vida de la mano.
Desde muy temprano mi inquietud por la creación de imágenes hizo que empapelara el techo de la habitación con recortes de revistas desde el suelo hasta el techo a manera de collage y de este modo creé un mundo lleno de color, tipografías e imágenes que veía casi siempre al despertar. A este gran collage de imágenes en las paredes de mi habitación, le sumé la música como fuente de inspiración y mi inclinación siempre latente por el rock y la curiosidad por descubrir nuevas bandas de música me han llevado a coleccionar una gran variedad de ritmos, los cuales sigo escuchando hasta el día de hoy.
Mi acercamiento a la fotografía y la inmersión en el cuarto oscuro se origina cuando ingreso en la universidad para comenzar mis estudios de diseño gráfico. Recuerdo en mis inicios, las largas horas junto a mis compañeros revelando y positivando los resultados de algún trabajo o encargo que se le ocurría al profesor para despertar nuestras habilidades fotográficas. Durante ese largo recorrido de aprendizaje y práctica me enamoré de la fotografía como medio para la observación, construcción y registro de las cosas que sucedían a mi alrededor: Mis intereses, mi cotidiano y como un instrumento para “congelar” en el tiempo por medio del retrato a las personas que conocía; De este modo ha continuado hasta el día de hoy.
En el camino fotográfico que empecé durante mis días en la facultad de diseño gráfico asistí al cambio del medio analógico al digital. De cortar, pegar y armar en papel para hacer mis propuestas de diseño, pasé a estar frente a una pantalla. Las largas horas en el laboratorio, se convirtieron en largas horas frente a la pantalla “revelando” mis fotos. A pesar de que las cámaras digitales y la inmediatez de la imagen empezaron a tener más relevancia, siempre volvía a revisitar lo analógico, hasta que llegó un momento en que lo digital ocupó un lugar primordial en mi trabajo y lo analógico quedo supeditado a un recuerdo al que sabía que iba a regresar en algún momento más adelante en la vida.
Después de recorrer varios años el camino digital del diseño gráfico y la fotografía, decidí regresar a la universidad, esta vez a la facultad de artes plásticas y visuales. En este nuevo espacio tuve la oportunidad de reencontrarme con el cuarto oscuro y todo lo que ello implica: Las luces rojas, los negativos, el papel, los químicos, la espera, los silencios y la música como medio para llenar el silencio.
Realicé varios trabajos en blanco y negro con los cuales quedé muy satisfecho y supe desde ese momento que la fotografía analógica había vuelto para quedarse conmigo y complementar mi trabajo. De esta forma, en lugar de optar por uno de los dos medios (digital o analógico), decidí quedarme con los dos para usarlos como herramientas en mi camino de creación, tanto en el campo documental como en el artístico.
La llegada un nuevo país y a una nueva ciudad (Londres) abrió el camino para hacer realidad la idea de crear un estudio con un cuarto oscuro; y es así, que junto a Constanza Isaza cofundamos lo que ahora es conocido como Lux Darkroom. Lo importante de este nuevo paso es que además de poder sumergirme mucho más en el blanco y negro, también abrió otra puerta en el mundo analógico, acercándome a los diferentes procesos fotográficos históricos, como son: El Fotograbado y La Cianotipia entre otros. En este punto, lo digital y lo analógico se vuelven a entretejer: Gracias a los negativos digitales, el trabajo digital se puede positivar con los procesos fotográficos históricos
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Trabajar en el cuarto oscuro o entintar una placa de fotograbado hasta sacar la impresión final me permite tener momentos de silencio. Disfruto del pasar lento del tiempo, como también el que me permita entrar en un mundo donde los sentidos cobran más relevancia. En mi trabajo fotográfico me interesa capturar la relación que se crea entre las luces y sombras, las simetrías o asimetrías que aparecen en la arquitectura, capturar los reflejos en las vidrieras de la ciudad y jugar con lo abstracto. También me gusta hacer retratos, por ejemplo para capturar las diferentes reacciones de las personas que participan en las protestas y documentar lo que sucede en los pequeños y grandes eventos que acontecen en la ciudad. A lo largo de mi carrera he tenido la oportunidad de exhibir mi trabajo en diferentes países, algunas de mis fotos están en colecciones públicas y privadas, otras han sido impresas en libros y mis fotos de carácter documental han sido publicadas en diferentes medios tanto impresos como digitales.
Portada del album de Robert Plant " The principle of moments ".
La música, tan importante para elevar la energía de mi corazón, ha estado presente desde siempre. Por allá a finales de los años ochenta empecé a coleccionar acetatos y casetes con música de diferentes bandas y con ello una gran variedad de estilos. Luego con la llegada del CD, el sonido se volvió digital y mi colección empezó también a caminar entre lo análogo y lo digital.
Mi estado de animo muchas veces influye en el tipo de música que voy a escuchar en el cuarto oscuro, algunas veces aparecen canciones que me traen recuerdos lejanos y otras que me pueden llevar por caminos alegres o nostálgicos.
Una de mis bandas de rock favoritas siempre ha sido Led Zeppelin, de ellos podría mencionar muchas canciones que me gustan y que escucho con frecuencia; pero hay un momento especial, en donde el cantante Robert Plant ya alejado de Led Zepelin, crea su segundo álbum en solitario llamado The principle of moments. En este álbum hay una canción que me gusta escuchar cuando estoy en el cuarto oscuro, es la numero ocho y tiene como titulo " Big log ". Me gusta de la canción el tono melancólico de la voz, los acordes de la guitarra y la letra que es la metáfora de un amor perdido.
Link al tema musical seleccionado: " Big Log "
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